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viernes, 23 de diciembre de 2011

Lotería.

Hoy a 23 de diciembre, tras la resaca de la lotería, me he puesto a pensar.
Ayer todo el mundo estaba ansioso por ganar un poquito de dinero. El materialismo anulaba las mentes de todos aquellos que seguían por radio, tele o internet el sorteo de Navidad.
Estoy totalmente de acuerdo con eso de que a nadie le viene mal un pellizquito, y más ahora tal y como están las cosas.
Pero ¿sabéis? A mí me han preguntado si me ha tocado la lotería y yo he contestado que sí. Que a mí me toca todos los días.
Gracias a dios no me falta comida, voy a la Universidad, tengo salud y tengo a mi lado personas maravillosas con las que compartir mi rutina.
Es en estas fechas cuando el mundo se revoluciona. Todos corren a las tiendas para conseguir el mejor regalo, todo se basta en gastar, gastar y gastar.
Vivimos en una sociedad consumista y capitalista, donde lo que importa es ser mejor que los demás.
Yo soy más tradicional. Pienso que con los años se ha ido perdiendo la magia de las navidades. No sabéis la sensación tan bonita que produce regalar una postal y que te abracen durante varios segundos.
Eso es lo que a mí me gusta. Las personas que están ahí todos los días del año, y al regalarles una pequeña cosa no material te demuestran aún más si cabe el cariño que te tienen.
Por cosas como esas yo me emociono y es la pequeña llama de ilusión y magia que vive en mí en estas fiestas.
¡Feliz navidad! y Feliz 2012. Espero que no se apague nunca la llama de la ilusión en vuestros corazones y que la magia de la Navidad os inunde.

martes, 6 de diciembre de 2011

Sin saber cómo...

Un buen día te levantas con una sonrisa y te impones ante cualquier situación con una gran sonrisa. Sin saber cómo ni por qué, después de una dura temporada de bajo estado anímico parece que vuelvo a ver la luz que ilumina mis días y mis noches.
He tenido la suerte de que mucha gente ha estado ahí para animarme e intentar que saliese de ese desánimo constante. Esa desazón con la carrera y la vida en general. Esa búsqueda de un sabor dulce y encontrarlo todo agridulce. Esa intensa búsqueda de la felicidad y el ánimo para luchar contra todo como siempre hice.
Esas ganas de salir y pasármelo bien con mis amigos como hacía antes. Esas ganas de leer y escribir. De comerme el mundo y aprobar la carrera.
Estos últimos meses sólo tenía ganas de llorar, dormir y comer. No me gustaba la carrera, leer era una pesadilla para mí y no tenía fuerzas casi ni para aguantar las clases.
Y un día, sin saber qué pasó todo eso empieza a cambiar. En dos días he vuelto a leerme "Cien años de soledad" he hecho la mayoría de trabajos que tenía para clase. Lo he ordenado todo. He salido, he bailado, me he reído y hecho reír (hacía tiempo que faltaba esto en mi vida).
Al principio todos me agobiaban con salir, pero ella me tendió una mano y me dijo: "haz lo que sientas. Yo te recomiendo que salgas porque despejas, pero si no te ves con fuerzas no lo hagas. Si te obligas es peor."
Otra persona que se portó genial conmigo me animó y me dijo: "Oblígate a hacer un poco cada día. Unos ejercicios de pragmática, pequeñas traducciones de textos... lo que sea. Y cuando veas que cansas déjalo. No te agobies. Sal a pasear y respira hondo. Saca a pasear esos ojos tan bonitos que tienes".
Desde entonces esas palabras rondan mi cabeza constantemente. Agradecer también a aquellas que me obligaron a seguir con el tratamiento. Quizá si hubiese actuado como mi cabeza me dictaba ahora mismo todo fuese distinto.
Gracias por el infinito apoyo que me dais.
Anaïs vuelve poco a poco y es para quedarse. Ahora que viene con más fuerza que nunca.